CONVOCATORIA

A madres lesbianas y padres gays que quieran colaborar con la investigación.

La intención es tener entrevistas para que yo pueda recabar la información necesaria para armar un registro, observar, comparar y formular desde lo teórico y lo práctico un material que sirva para acompañar a quienes transitan el mismo proceso.

Los puntos a investigar con las familias homoparentales son: Cómo viven?, cómo se formaron? Cuál es su red de apoyo? Como se muestran en las escuelas de los chicos? a qué se enfrentan? Cómo ejercen la función materna y paterna? Cómo fue la llegada de los hijos a la pareja: fecundación asistida, por donante, por adopción, en coparentalidad, de relaciones heterosexules previas?

Conversaremos sobre la vida familiar, qué historias previas confluyen en estas familias, qué experiencias nuevas generan, qué pasa con los hijos que se ensamblan, qué pasa con los nuevos que nacen, cómo repercute en el contexto de cada uno la decisión de formar una familia homoparental

Desde lo teórico me guiarán los siguientes ejes:
El darse cuenta personal, la salida del closet (personal y del sistema familia), los mandatos, el amor, los chicos y el manejo de la información, el ensamble familiar, la concepción, la sociedad, la situación legal, las palabras para nombrar...

Las entrevisats serán anónimas (salvo deseo expreso de los participantes).

La investigación será publicada en este blog y formará parte de un libro.

A las madres o padres que quieran colaborar les ruego escribirme a verokonst@gmail.com para establecer el contacto.

Gracias

Artículo publicado en la Revista Enfoque Gestáltico N° 43 - Oct 2010

Familias Homoparentales:
Testimonio y propuestas  para una intervención en el campo

La salida del clóset y una revisión de los prejuicios a la hora de atender a familias homoparentales

Por Verónica Konstantinovsky*

Con motivo de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, la Sociedad Argentina de Pediatría publicó  un informe (1) que afirma que nuestra cultura está atravesada por transformaciones que involucran, también, nuevos modelos familiares. El texto termina con una recomendación para los profesionales de la salud: la necesidad de reflexionar acerca de las diversas formas que adopta la familia en nuestra propia cultura.  El documento enfatiza, además, la  importancia de crear un ámbito de libertad, sin prejuicios, para que la tarea terapéutica contribuya a generar un espacio de reflexión sobre estas nuevas organizaciones.

Pero si bien es un hecho que la familia ha cambiado en su forma de organizarse, y que existen señales de que estamos viviendo un tiempo de mayor apertura, un cambio de paradigma que ya se observa en las generaciones más jóvenes en cuanto a la aceptación y naturalización de las diversas formas de familia,  no me consta que dicha apertura se de en toda nuestra sociedad. La sanción de una Ley no asegura por sí misma la “superación” de prejuicio alguno. Sería ingenuo pensarlo.

Esto me lleva a advertir que sigue pendiente una reflexión seria acerca de los prejuicios y de la homofobia presentes en cada uno de nosotros, los terapeutas,  así como también y en la sociedad en su conjunto. ¿Qué nos pasa y cuales son nuestros sentimientos cuando pensamos que un niño será criado por dos madres o por dos padres? Creo que nosotros, en tanto agentes de salud,  necesitamos estar preparados para acompañar a nuestros pacientes homosexuales a afrontar nuevas realidades tales como la adopción de un hijo, tenerlo en coparentalidad (2), la realización de fecundación asistida, o ensamblar una familia con hijos de matrimonios previos de alguno de los miembros.

Para comenzar creo que es indispensable que cada uno contacte con sus propios preconceptos, y desde esa actualización será posible (o no), ayudar a otros a derribar creencias que pueden llevar a los pacientes a situaciones de encierro y marginación. Una vez en contacto con nuestros prejuicios podremos ver cómo operan éstos en nuestra práctica profesional. A continuación listo una serie de  prejuicios que fui recopilando mientras se debatía la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo. El propósito es que el lector registre la  resonancia que tiene con cada uno:

- Los chicos que crecen con homosexuales no tienen una vida normal.
- Los chicos van a terminar siendo homosexuales.
- Estos chicos van a crecer sin referentes masculinos o femeninos.
- Van a sufrir el rechazo de la sociedad
- Los gays y lesbianas no tienen la capacidad de formar una familia. No saben ser padres.
- Viven en guetos. No tienen redes de apoyo.

Leo y releo la lista y me pregunto si los terapeutas estamos tan libres de prejuicios como para no discriminar a estas nuevas familias y además, ser capaces de generar un espacio social tolerante e inclusivo. Un espacio de igualdad de condiciones para todos. Y esta pregunta es pertinente porque la “salida del closet” es una situación que está absolutamente relacionada con dicha inquietud. Solamente en la medida que la persona va tomando confianza en sí misma y se acepta tal cual es, puede  generar la energía suficiente como para plantarse frente a una sociedad que la margina y discrimina

La salida del Closet junto a mis hijos.

Para aportar a la reflexión, propongo mi propia experiencia. He creado, junto con mi pareja, una familia homoparental y ensamblada. Creo que el trabajo que hice en el proceso de asumir mi homosexualidad y básicamente asumirla frente a mis hijos, puede aportar ideas para acompañar a pacientes que transitan un momento similar.

Soy mamá de un adolescente y una nena de 11 años y soy lesbiana. Llevo años trabajando para poder presentarme de este modo. No elegí serlo y si hubiera podido, no habría realizado dicha elección. Supone mucho sufrimiento. Sin embargo, desde que lo asumí me siento más cómoda con mi vida.

Llevo ocho años en el proceso del armado de mi familia. Ocho años trabajando mi salida del closet, sin haberla finalizado aún (este texto es en si mismo un paso más en el camino).  En un principio, empecé por aceptar yo misma lo que me pasaba, luego lo pude abrir con mis amigos más cercanos y también con algún familiar. Más adelante, con el resto de la familia, y hace cinco años con mi hijo mayor y hace dos con mi hija menor. Recién hoy convivo con mi pareja.

Cuando empezó nuestra relación, estaba convencida de que los chicos JAMAS iban a enterarse de lo que me pasaba. Imaginaba, desde mi propia homofobia, que podía generarles un daño emocional gravísimo. No imaginaba que ellos pudieran vivir una vida “normal” si se enteraban que su mamá estaba enamorada de una mujer. Al poco tiempo de iniciada la relación, me di cuenta de que esto era insostenible, para mi el amor es inocultable.

¿Nacemos o nos hacemos?
Me preguntan si la homosexualidad es genética, si es una elección, una perversión, todas o ninguna.  Lo que puedo decir es que, cuando empecé a darme cuenta de lo que me estaba sucediendo y de que efectivamente sentía lo que sentía, hice todo lo posible para evitarlo. Estuve cuatro ó cinco años tratando que funcionara el sistema avestruz que había implementado, pero cuando se me empezó a caer el pelo me di cuenta que la homosexualidad se había impuesto y que si no enfrentaba lo que me estaba sucediendo, la iba a pasar peor aún.

Hace ocho años me separé del papá de mis hijos y poco tiempo después me enamoré de mi pareja actual. La madrastra de mis hijos. No la malvada de Disney, sino la real, la que  conoce el talle de sus zapatillas, la que les regaló a su perra y a su gato. La que les da clases de inglés, los pasa a buscar por los bailes a las dos de la mañana y les pone pañitos en la frente para bajar la fiebre. Y también, la que pone límites y muestra su malestar cuando hay algún lío en la casa.

Madrastra es un término que usamos recién ahora (no es el que más nos gusta pero siguiendo el enfoque de las familias ensambladas, parecería ser el correcto). Antes de esto mi hija llamaba a mi pareja “mi no sé qué” y antes no la nombrábamos de ninguna manera muy específica. Quiero decir, frente a la diversidad y la novedad, nos vemos en la situación de crear términos nuevos sencillamente porque  los términos viejos ya no sirven para denominar una realidad nueva. Madrastra remite a una nueva esposa del padre pero, ¿estamos listos para que se refiera a la nueva esposa de la madre?

Algunas ideas para la intervención en el campo

Como apoyo para transitar este proceso de salida del closet, acudí primero a una terapeuta que trabaja con una mirada familiar y tuve también  un encuentro con una psicóloga de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).

El proceso de coming out (reconocimiento público de mi homosexualidad) con los chicos fue un proceso que incluyó las siguientes tareas e ideas sugeridas por ambas terapeutas:

- Trabajar mi propia homofobia. Enorme. Desde el prejuicio hasta la discriminación.  (me decía – y digo- cosas como “tan lesbiana no debo ser, me gustan demasiado estos cosméticos franceses” o “yo no tengo amigas lesbianas, son muy barderas, bomberos”).

- Trabajar mis introyectos, básicamente “si sos homosexual no podés ser madre o padre…”

- Dejar que los chicos hagan su proceso a su tiempo. Lo ideal es que la pregunta surja de ellos. No ser impulsiva.

- Tener clara la diferencia entre estar generando un secreto familiar y estar guardando la información hasta que los chicos estén listos para recibirla.

- Estar atenta a las señales que indican que los chicos están prontos a preguntar. Vamos a estar mejor preparados para esa charla y ellos también, si hemos registrado sus inquietudes.

- No mentirles acerca de mi pareja, ella no es una tía postiza ni mi mejor amiga.

- No imponerles la información.

- Dejar que los chicos vean el amor. Que perciban lo que circula en la pareja. El amor es la mejor manera de explicar todo lo que sucede.

- Si alguno de los chicos está por llegar a la adolescencia sin haber preguntado acerca de la relación homosexual, entonces si, es mejor contarles. Es recomendable que ya cuenten con esta información cuando lleguen a ese período. Si ya está naturalizado no va a quedar en la lista de críticas que necesariamente los chicos me van a hacer: “Mala, impresentable y…encima torta?”

- Cuando los chicos  se enteren (ya sea porque pregunten, se los diga yo o se los diga otro) no pedir su autorización.

- No excluir al padre. Darle su lugar en la historia. Ser clara respecto a los lugares de cada uno. Incluirlo para que acompañe el proceso de sus hijos.

- Cuidar el círculo. Si en el proceso de dejar que los chicos lleguen solos a la pregunta, vemos que en nuestro entorno cercano alguien no está siendo cuidadoso y podría hacer comentarios inoportunos; o ya lo sabe tanta gente que van a terminar escuchando algo al respecto; conviene adelantarnos a los comentarios ajenos, y contarles nosotros a los chicos.
En mi caso, no llegué  a hablar con los chicos, fueron ellos quienes hicieron la pregunta. En los primeros años yo no abría este tema en cualquier ámbito y tuve que ser muy cuidadosa en limitar algunos encuentros con familiares que se sentían “devastados” por la noticia.


-  Por último, si se enteran porque alguien se los dice y no porque llegan solos a la pregunta, no asustarnos si fue otro niño quien les hizo algún comentario. Los chicos, entre ellos, se entienden y por lo general gestionan bien la resolución del tema.


Por supuesto el proceso que inicié, sigue. El camino recorrido es largo y todavía los prejuicios y mi homofobia introyectada siguen operando en mí. Muchas veces imagino a mis hijos en situaciones de aula, recreo o campamento y me lleno de dudas. Temo que sufran, que escuchen cosas horribles acerca de mí, que los miren y los señalen a ellos por mi identidad sexual. Sin embargo a medida que crecen siento que están bien. Convivimos, los cuatro, en armonía. Ellos también están haciendo su propio coming out en su entorno. Lo que percibo es una apertura mucho mayor que la mía.

El objetivo de estas reflexiones era invitar a los terapeutas a hacer un trabajo interno consigo mismos y también a invitarlos a la investigación que he comenzado. Me propongo llevar adelante una investigación acerca de las familias homoparentales, cómo viven en nuestra sociedad, cómo operan los prejuicios en el desarrollo de los niños y jóvenes hijos de parejas homosexuales. Pretendo generar nuevas herramientas para el tratamiento especializado de estas familias. Para colaborar en esta iniciativa, por favor contactarme al siguiente mail verokon@fibertel.com.ar
La invitación queda hecha. Gracias por la compañía.

Notas:

(1) Informe del 28 de junio de 2010, elaborado por la Sociedad Argentina de Pediatría: Grupo de Trabajo Derechos del Niño, Comité Nacional de Familia y Salud Mental y Comité Nacional de Pediatría Ambulatoria.

(2) Coparentalidad: lesbianas y gays se juntan para fecundar un hijo. Hacen acuerdos y comparten la crianza.

Bibliografía de consulta:

- “Padres como los demás. Homosexualidad y parentesco”. Anne Cadoret. Editorial Gedisa.

- Informe Técnico de la Sociedad Americana de Pediatría: “Coparentalidad o adopción por segundo padre por parejas del mismo sexo”. Febrero de 2002.

- “Adopción y homoparentalidad en España, datos de investigación”. María del Mar González. Dto de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universidad de Sevilla.

- “Hijos de padres homosexuales: qué les diferencia”. Frias Navarro, Pascual Llobell, Monterde Bort. Universidad de Valencia. 


* Verónica Konstantinovsky
Lic. En psicología
Terapeuta gestáltica avalada por la Asociación Gestáltica de Buenos Aires